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["ingrassia/colovini" <ingrassia@arnet.com.ar>]

La tecnología y su uso mediatizado

Raoul Vaneigem
[cap.9 de La revolución del a vida cotidiana, 1967]

Contrariamente a los intereses de quienes controlan su uso, la tecnología
tiende a desmitificar al mundo. El democrático reinado del consumo priva a
las mercancías de cualquier valor mágico. Al mismo tiempo, la
organización -la tecnología de las nuevas tecnologías- sustrae a las fuerzas
productivas modernas de sus subversivas y seductoras cualidades. Tal
organización es simplemente la organización de la autoridad. Las mediaciones
alienadas debilitan a las personas haciéndose indispensables. Una máscara
social encubre a las personas y a los objetos, transformándolos, en la
presente etapa de apropiación privada, en cosas muertas- en mercancías. La
naturaleza ha dejado de existir. El redescubrimiento de la misma será su
conversión en un adversario de peso a través de la construcción de nuevas
relaciones sociales. El corazón de la vieja sociedad jerárquica será abierto
desde adentro por el crecimiento del equipamiento material

La misma crisis es evidente en las civilizaciones no-industriales, donde la
gente todavía muere de hambre, y en las sociedades automatizadas, donde la
gente ya se está muriendo de aburrimiento. Todo paraíso es artificial. La
vida de un nativo de las islas Tobriand, rica a pesar de los rituales y los
tabúes, está indefensa frente a una epidemia de viruela; la vida de un
suizo, pobre a pesar del confort, está indefensa frente al suicidio.

Las ideas de Rousseau y los idilios pastorales acompañaron los primeros
latidos de la máquina industrial. La ideología del progreso, encontrada en
Condorcet o Adam Smith, surgió del viejo mito de las cuatro edades. Así como
la edad de hierro precedió a la edad dorada, parecía 'natural' que el
progreso se constituyera como un retorno: el retorno al estado de inocencia
previo a la Caída.

La creencia en el poder mágico de la tecnología se desarrolla mano a mano
con su opuesto, la tendencia a la secularización. La máquina es el modelo de
lo inteligible. No hay ningún misterio, nada oscuro en sus correas, ruedas y
mecanismos; todo puede ser explicado perfectamente. Pero la máquina es
también el milagro que nos transportará hacia el reino de la felicidad y la
libertad. Además, esta ambigüedad es útil para sus amos: la vieja fábula
sobre un mañana feliz opera a varios niveles para justificar la actual
explotación racional del hombre. Si bien no es la lógica de la
secularización la que sacude la fe de la gente en el progreso mostrándoles
el uso inhumano del potencial técnico, la mística barata que la rodea
comienza a resquebrajarse. Mientras a las clases trabajadoras y los pueblos
subdesarrollados les siga siendo ofrecido el espectáculo del lento
decremento de su pobreza material, el entusiasmo por el progreso se seguirá
alimentando de los pensamientos de la ideología liberal y su extensión, el
socialismo. Pero, un siglo después de la espontánea desmitificación de los
obreros de Lyon, cuando destruyeron los telares, una crisis general emergió,
surgiendo esta vez de una crisis de la gran industria; la regresión
fascista, sueños enfermos de retorno al corporativismo, una ubuesca raza
maestra de bestias rubias.

En la actualidad las promesas de la vieja sociedad llueven sobre nuestras
cabezas en una avalancha de bienes de consumo que nadie se atrevería a
llamar maná celestial. Difícilmente podría uno creer en el poder mágico de
los artefactos para el hogar con la misma intensidad en que se creía en las
fuerzas productivas. [There is a certain hagiografic literrature on a steam
hammer.] Uno no puede imaginar mucho con un cepillo de dientes eléctrico. La
producción masiva de instrumentos del confort -todos igualmente
revolucionarios, de acuerdo con sus respectivas publicidades- ha otorgado
hasta a la gente menos sofisticada el derecho de expresar una opinión sobre
las maravillas de la innovación tecnológica en un tono tan gastado como la
mano que introducen en sus pantalones. El primer aterrizaje en Marte pasará
desapercibido en Disneylandia.

La opresión y la inclemencia, el motor a vapor, la electricidad y el
surgimiento de la energía nuclear perturbaron y alteraron la infraestructura
de la sociedad (más allá de que fuesen descubiertos casi por casualidad).
Pero hoy sería estúpido esperar que las nuevas formas de producción
trastornen el modo de producción. El florecimiento de la tecnología a dado
paso a una síntesis supertecnológica, que se ha demostrado fundamental para
la comunidad social- la primera síntesis técnica, fundada en el amanecer del
tiempo. Y tal vez más importante que esto: si la cibernética pudiese ser
sustraída a sus amos, podría ser capaz de liberar a los grupos humanos del
trabajo y de la alienación. Este era, precisamente, la idea de Charles
Fourier en una época en que la utopía todavía era posible.

Pero la distancia entre Fourier y los expertos en cibernética que controlan
la organización operacional de la tecnología es la distancia entre libertad
y esclavitud. Por supuesto, el proyecto cibernético pretende estar lo
suficientemente desarrollado para ser capaz de resolver todos los problemas
ocasionados por la aparición de cualquier nueva técnica. Pero no vayas a
creerlo.



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